Una clausura propia del Año de la Misericordia


El día 11 de junio se clausuraron los actos conmemorativos del XXV aniversario de la refundación canónica de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Jamilena. Después de una vigilia de oración en la noche de la víspera, que sirvió para dar gracias a Dios por las personas que durante estos 25 años han estado trabajando en la Cofradía y por algunos de los momentos importantes vividos durante este cuarto de siglo, como la concesión de la medalla de oro del pueblo a su Patrón, durante la tarde del sábado se celebró una solemne eucaristía, que tuve el gran honor de presidir y que fue concelebrada por D. Cosme Sánchez López, antiguo párroco y su primer capellán. Una celebración a la que asistieron autoridades locales, representantes de las demás cofradías y de los grupos parroquiales, y una gran multitud de fieles, naturales de Jamilena y de los pueblos colindantes.


Fue una clausura propia del Año del Misericordia. El bendito Cuadro de Jesús, titular de la Cofradía, fue trasladado desde el templo parroquial hasta el recinto de la piscina municipal, engalanado de manera especial para la ocasión. Y allí, en un ambiente de profunda fe, viva emoción y sentido agradecimiento, se celebró una solemne eucaristía, donde tuvieron un lugar destacado los numerosos enfermos con sillas de ruedas, ancianos que apenas salen de sus casas y hasta algunos niños con graves lesiones cerebrales…, que asistieron, acompañados de sus familiares. Ellos fueron, sin duda alguna, los que vivieron esta clausura de manera particular y como un regalo de la misericordia divina, no sólo porque pudieron participar de la eucaristía, sino también porque recibieron la gracia de Dios a través del sacramento de la Unción y, al terminar, pudieron besar el venerado Lienzo de Jesús.

Algunas imágenes han quedado grabadas en la memoria y en el corazón de todos los asistentes: la decoración del espacio litúrgico, la caída del sol reflejada en las variopintas sierras que rodean al pueblo, las afinadas notas musicales de instrumentos y voces que se unían para la alabanza, el respetuoso silencio, las lágrimas del recuerdo que emociona… pero, sobre todo, las imágenes de los ancianos y enfermos en la primera fila, participando con devoción de la celebración y posteriormente venerando el Cuadro de Jesús.

Después de vivir la eucaristía con un recogimiento absoluto, los ancianos y enfermos pudieron pasar a besar la imagen de Nuestro Padre Jesús. A los que se encontraban en sillas de ruedas, se les puso en fila delante de la plataforma construida para facilitarles el acceso, mientras que los que podían andar aguardaban pacientes para subir por las escaleras adosadas a la ocasional tarima. Los anderos ayudaron a que, de manera ordenada, todos pudieran acercarse a esta venerada representación de Jesús con la cruz a cuestas. Uno a uno, conscientes de lo que estaban viviendo o no, aupados en sus sillas o ayudados a subir por las escaleras, todos los ancianos y enfermos fueron pasando a besar o tocar esta Imagen Bendita, mientras los demás, especialmente sus familiares, «cirineos anónimos», vivían emocionados el momento, sabedores de que para algunos era la despedida. Fueron escenas imborrables que revelaban cómo, una vez más, la misericordia de Dios llegaba a este pueblo a través de la devoción a su Patrón.

No podía terminar la conmemoración del XXV aniversario de la refundación de la Cofradía de mejor manera. Ahora queda seguir trabajando para que las nuevas generaciones continúen con esta hermosa devoción y día a día, año a año, la misericordia de Dios se haga presente en este pueblo de tradiciones religiosas profundamente arraigadas.



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