"Ha fallecido Santos"

Ayer, a las 15:19h, me llegó la esperada y triste noticia en un mensaje de WhatsApp: «Ha fallecido Santos». Desde hace un tiempo, se sabía que la situación de Santos Mariano Lorente Casáñez era muy delicada y, ante su enfermedad, solo quedaba aguardar el desenlace de la batalla perdida. Hasta el último minuto se ha hecho lo que humanamente se ha podido, pero siempre con la certeza de que estaba en las manos de Dios. Y el primero que lo sabía y ha vivido de una manera ejemplar ha sido él.

A partir de la noticia, en las redes sociales no han dejado de aparecer mensajes alabando su persona, y no porque, como dice Unamuno, «la muerte revela al bueno». Santos ha sido un sacerdote entregado al servicio de la Iglesia de Jaén, que ha dejado una buena huella en el corazón de las personas que se ha encontrado en el camino de la vida. 

Ha sido un hombre cercano y, para mí, un gran hermano y un buen amigo, del que pude despedirme el pasado viernes con un apretón de manos. Y es que, desde que se ha encontrado postrado en la cama, nuestras muestras de afecto se redujeron a un prolongado y sentido apretón de manos. En este saludo había algo más que el simple formalismo del encuentro de dos personas. Era la manera de decirnos que también, en este momento de debilidad, nos sentimos unidos afectiva y espiritualmente.

Nuestro querido Santos se ha enfrentado a la muerte como un hombre de fe, con la esperanza puesta en Cristo resucitado. Durante toda su vida ha tratado de vivir en Dios, aprendiendo la lección para cuando llegase el último examen en el momento de morir. Y no me cabe duda de que lo ha aprobado, y con una magnifica nota. Por eso, en el ocaso de su vida, también él se ha convertido un testigo vivo de la esperanza eterna.

Con mucha dificultad acabo de escribir esta mirada, porque las lágrimas son más fuertes que las palabras. Solo quería compartir con vosotros, en el día de su entierro, el recuerdo de alguien que llevo en el corazón.

Descansa en paz, amigo Santos, gracias por todo lo que has hecho por mí, y no olvides que seguiremos unidos en el Señor para siempre.


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